En atletismo, como también ocurre en otros deportes, se
dedican sesiones completas, o parte de las mismas, al entreno de la fuerza.
Esto no solo es así en las disciplinas de velocidad, saltos o lanzamientos,
sino también, aunque en menor proporción, en las disciplinas de resistencia.
Se suele hablar de entrenamiento de fuerza para referirnos a
aquellas tareas que ponen énfasis en mejorar las aptitudes neuromusculares del
atleta.
La fuerza puede manifestarse como resultado de diversas
aptitudes neuromusculares:
1ºAptitud de reclutar el mayor número de fibras musculares.
A mayor número de fibras reclutadas, más fuerza se puede generar. A esta
aptitud se le suele denominar coordinación
intramuscular.
2ºAptitud de movilizar simultánea y/o secuencialmente
diversas fibras musculares, para ejecutar con la mayor precisión ejercicios
complejos en un tiempo dado. A esta aptitud de le puede llamar coordinación intermuscular o perfeccionamiento
motor.
3ºHipertrofia de las
fibras musculares. Cuanto mayor es el número de sarcómeros (sarcómero es la
parte contráctil del tejido muscular) del músculo, mayor es fuerza se puede
ejercer.
4º Resistencia a la tensión, compresión y torsión de los
elementos no contráctiles del aparato locomotor, es decir, el tejido óseo y
conjuntivo. Este último podemos hallarlo dentro del propio músculo, enlos
ligamentos que dan estabilidad a las articulaciones, o también en el tejido
aponeurótico que envuelve una o varias de nuestras articulaciones uniendo y
proporcionando cohesión a distintos elementos del aparato locomotor. A esta
manifestación de fuerza le podemos llamar fuerza
pasiva.
Por tanto, si bien se suele aludir a la fuerza como una aptitud fisiológica, en realidad con este término
nos referimos a un conjunto de aptitudes neuromusculares. Someter a los tejidos
a tensión, provoca adaptaciones en estos. No sólo ocurre en los músculos, sino
en los huesos, tendones y aponeurosis. El músculo es el protagonista, pero no
el único implicado, ni el único que se beneficia de adaptaciones.
Desde el punto de vista mecánico, fuerza es aquella magnitud física que mide la resistencia de los
cuerpos a ser deformados. Un cuerpo puede ser objeto de acciones que
tienden a comprimirlo, a tensarlo, a generar fricción. El músculo tiene una
cualidad peculiar que lo distingue del resto de los tejidos del aparato
locomotor: el carácter autógeno de la tensión muscular. Mientras otros tejidos,
como son huesos, aponeurosis, tendones o ligamentos se comprimen o tensan por
estímulos procedentes de agentes externos, la tensión generada en el tejido
contráctil del músculo -más concretamente, los sarcómeros- se genera a resultas
de un estímulo que opera en el propio músculo. El estímulo neural desencadena,
tras una sucesión de pasos intermedios que aquí vamos a omitir, una unión de
filamentos de actina con los de miosina formándose entre ambos filamentos
puentes cruzados que tienden a deslizar los primeros sobre los segundos. A
resultas de esta unión se genera tensión en el músculo.
De lo anterior resulta que, mientras en tendones,
ligamentos, aponeurosis y tejido no contráctil del propio músculo se tensan
pasivamente, el músculo se tensa activamente a resultas de un estímulo neural.
En las siguientes entradas se analizarán las distintas
posibles adaptaciones neuromusculares que se producen a resultas del
entrenamiento llamado genéricamente entrenamiento de fuerza. Estudiaremos la
mejora de la fuerza a resultas de dos clases de adaptaciones: primero, la
hipertrofia o aumento del tamaño de los tejidos, con la consiguiente mayor
resistencia a la tensión; y segundo, las adaptaciones neurales que permiten la
coordinación de la acción muscular en sus distintas fibras para lograr la
ejecución más eficiente de un ejercicio concreto.