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viernes, 10 de abril de 2015

Entrenar músculos o entrenar movimientos: un falso dilema.

Es habitual encontrarse en la literatura del entrenamiento de la fuerza la dicotomía entre músculos y movimientos como objeto del entrenamiento. Esta dicotomía es aparente, porque cuando entrenamos es obvio que se entrenan músculos pero al ejecutar un ejercicio se piensa en movimientos o posiciones del cuerpo en contacto con un elemento externo, como puede ser el suelo, una pared o una barra con pesos o una mancuerna.

Lo cierto es que no podemos decidir realizar una flexión de rodilla y que se contraigan sólo el semimembranoso y la cabeza corta del biceps femoral, mientras que la cabeza larga de éste, el poplíteo, el gastrocnemio y el semitendinoso permanecen pasivos. Normalmente cuando decidimos ejecutar un sencillo movimiento, se suelen activar en cierta medida todos los músculos que contribuyen al mismo, aunque es cierto que unos músculos al ser más específicos lo harán en mayor medida. Por ejemplo, en una flexión pura de rodilla probablemente tenga más incidencia la cabeza corta del bíceps femoral, por ser un músculo monoarticular flexor de rodilla, mientras que los otros músculos mencionados también se tensarán, aunque en menor medida. Hay que tener en cuenta que semitendinoso y semimembranoso, así como el poplíteo, son rotadores internos de rodilla, mientras que los bíceps femoral  (BF)son rotadores externos de rodilla que en cierta medida neutralizan la rotación interna provocada por los anteriores. Asimismo hay que tener en cuenta que los isquiotibiales, salvo la cabeza corta del BF, son extensores adductores de cadera, de modo que cuando se realiza una flexión pura de rodilla mediante estos músculos hay que neutralizar dichas acciones, bien con una carga externa o bien mediante una acción antagonista de flexores de cadera o músculos con misión abductora. Por otra parte, el gastocnemio es flexor de rodilla en mayor medida cuando la rodilla está bastante flexionada, pero sobre todo es flexor plantar. Para que sea eficaz como flexor de rodilla conviene acortarlo mediante una dorsiflexión de tobillo. Todo esto por no mencionar el papel de los isquitibiales como ligamentos estabilizadores de la rodilla evitando una abducción o adducción de estas, reforzando la acción de los ligamentos laterales de rodilla.

Cuando hablamos de entrenar músculos o movimientos, en realidad estamos ante dos caras de la misma moneda: la moneda es el entrenamiento. Las dos caras son: el objeto de entrenamiento -los músculos- y la tarea en que consiste el entrenamiento -movimientos y/o posiciones-. Para hablar con rigor habría que decir: entrenar músculos mediante posiciones o movimientos.

Podemos decir, además, que nuestro cuerpo opera en diversos escalones de conciencia. En el escalón más bajo se encontraría la inervación de nuestros músculos, mientras que en el escalón más elevado estaría nuestra visualización de un ejercicio, tanto cuando lo realizamos como cuando nos imaginamos realizándolo. Cuando aplicamos electroestimulación estamos incidiendo sobre los músculos a través de corrientes eléctricas, supliendo la acción de los nervios. En cambio, cuando realizamos un ejercicio previamente explicado y previsualizado, el cerebro  realiza una serie de operaciones complejas que desembocan en un mensaje motor dirigido hacia ciertos músculos que son los que, hasta el momento, nuestro sistema nervioso ha considerado como más aconsejables para efectuar el ejercicio. Naturalmente esto es un cálculo inicial. La práctica del gesto corrige este programa inicial, haciéndonos cada vez más eficientes. Del mismo modo, el sistema propioceptivo refuerza la eficacia de la programación motora, la intensifica o la suaviza, según las necesidades, como lo puede hacer respectivamente, una dirección asistida o un ABS.