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sábado, 5 de septiembre de 2015

Más sobre la propulsión; comentario sobre una entrada en el blog "Science of running".

El blog que se cita en el título es uno de los mejores en el análisis de la carrera y principios del entrenamiento. El autor, Steve Magness, aporta muy buenas intuiciones sobre el correr, tanto en el aspecto técnico, como en lo relativo a cómo entrenar para lidiar mejor con la fatiga. Recomiendo su lectura. Eso no quiere decir que no contenga algunas lagunas e imprecisiones, algunas de las cuales me gustaría comentar aquí.

En particular, en el aspecto que más me interesa, la mecánica de la carrera, hay una entrada en dicho blog que se titula "Running with proper biomechanics". Donde más objeciones he encontrado es en relación al párrafo quinto de la sección how to run, donde el autor dice:

In coming off the ground you are trying to optimize the vertical and horizontal component of the stride. If you think too much horizontally, you will flatten out and not come off the ground, thus losing air time and stride length. If you think too much vertically, you will be high up in the air for too long and almost bounce along, not having a very big stride length. Thus it is important to optimize the angle and extend the hip so that you have a slight bounce in your stride. A good cue for this is to look at the horizon. If it stays flat, you are too horizontal. If it bounces a lot, you are too vertical. The best analogy is to think back to your High School physics class and remember how to get the greatest distance when firing a cannon ball. The angle has to be optimized, not minimized. 

En esencia dice que la propulsión no debe ser ni demasiado vertical ni demasiado horizontal y concluye diciendo que el mejor símil es la física del bachillerato sobre el lanzamiento de proyectiles, según la cual, hay un ángulo óptimo de lanzamiento de proyectiles. Al correr deberíamos pensar en el modo de optimizar este ángulo. Lamentablemente, no puedo dar la razón a autor. No es que la analogía del lanzamiento de proyectiles no sea aplicable bajo ningún concepto a la carrera a pie. Sí que es aplicable, pero no con las premisas que el autor menciona.

Por otra parte, el autor sugiere como pista para saber si corremos muy rasos o con mucha oscilación vertical, mirar al horizonte y ver si éste sube y baja mucho o poco. Este consejo no me parece para nada apropiado, porque ningún corredor tiene una calculadora para saber si es mucho o poco, y los análisis a ojo de buen cubero tampoco funcionan demasiado bien.

Mi postura sobre si debe haber más o menos oscilación vertical depende mucho de las características biomecánicas de la musculatura del corredor y de su metabolismo. Habrá corredores que sean más económicos saltando más, y otros que lo serán saltando menos. Habrá corredores que en caso de emplear demasiada oscilación vertical tengan que gastar demasiada energía metabólica, y otros a los que les sucederá lo contrario -es decir, que gastarán más energía corriendo demasiado rasos-. El grado de fatiga también puede determinar el grado de oscilación vertical conveniente.

No se puede establecer una regla general sobre el grado de oscilación vertical basándonos en los cálculos de máximo alcance de proyectiles. En primer lugar porque no estamos hablando de salto de longitud. En segundo lugar, porque incluso en salto de longitud, el ángulo óptimo de despegue es bastante inferior al que operaría en un lanzamiento óptimo de proyectil para alcanzar la máxima distancia. La razón por la que el ángulo de despegue es inferior al óptimo es básicamente que para alcanzar el ángulo óptimo, deberíamos generar una aceleración vertical que requeriría una enorme cantidad de fuerza vertical reactiva del suelo. Para generar esta fuerza sería necesario -en el extraño caso de que fuera posible generar tal fuerza- incrementar sustancialmente el tiempo de contacto, con lo cual se perdería mucha velocidad horizontal. Aunque lográramos alcanzar un ángulo de despegue óptimo, sería a costa de perder velocidad horizontal, con lo cual nuestro salto acabaría siendo de menor alcance. El tiempo de contacto en la batida es una cuestión de equilibrio que se rige más por la práctica, el ensayo-error y la intuición que en el análisis cinemático de la trayectoria de proyectiles.

En lo relativo a la carrera a pie, no nos interesa en absoluto ni maximizar el impulso vertical, ni el horizontal, ni la longitud zancada. En primer lugar porque no somos completamente libres de hacer que el impulso sea más vertical o más horizontal. El hecho de que la propulsión sea más vertical o más horizontal dependerá de la posición del centro de masas respecto al punto de apoyo -centro de presiones- cuando ejercemos fuerza propulsiva. En segundo lugar, tampoco conviene maximizar la zancada. Una cosa es correr y otra cosa es hacer un test de segundos de triple. Cuando corremos interesa tener una buena amplitud pero sin perder velocidad. Por tanto, no se trata de maximizar la distancia alcanzada por el proyectil, sino de maximizar la velocidad horizontal de éste con un gasto de energía determinado. Desde luego, será bueno tener una buena amplitud de zancada, pero a su vez que ésta no se deba a un excesivo tiempo de apoyo que nos restará velocidad. Para lograr esto, se requerirá un elevado nivel de fuerza ejercida contra el suelo en la fase de contacto. Cuanto más elevada sea, en promedio, esta fuerza -digo en promedio porque la fuerza será variable a cada instante- mayor será el cociente entre tiempo de vuelo y tiempo de apoyo, lo que favorecerá una buena amplitud de zancada que no supone una pérdida de frecuencia.

Lo dicho en el párrafo anterior no debe malinterpretarse hasta el punto de que cada corredor tenga que buscar elevar al máximo el cociente resultante de dividir el tiempo de vuelo entre el tiempo de apoyo. Este cociente tiende a maximizarse en la carrera a máxima velocidad, pero no en las carreras a velocidades inferiores. Si bien a velocidades submáximas el atleta puede correr de tal modo que maximice este cociente, por regla general no será lo óptimo, puesto que obtener un cociente muy alto supone ejercer fuerzas muy elevadas, que conllevarán un elevado coste energético.

En resumen, a una velocidad dada, aumentar el tiempo de vuelo manteniendo el tiempo de apoyo es estupendo si esto nos permite un ahorro energético. Aumentar el tiempo de vuelo y mantener el tiempo de apoyo supone reducir la frecuencia. Esta reducción de frecuencia supondrá de entrada un ahorro energético resultante de tener que realizar una menor alternancia adelante-atrás de brazos y piernas. Ahora bien, el generar mayor impulso vertical supondrá un mayor consumo de energía metabólica. Si lo que nos ahorramos realizando menos zancadas por minuto es mayor que la energía que consumimos generando mayor impulso, valdrá la pena elevar el tiempo de vuelo. Esta posibilidad de elevar el tiempo de vuelo y mantener el apoyo dependerá en gran medida de la capacidad de almacenamiento y retorno de energía elástica en nuestros músculos y tendones. En animales como el canguro, la economía se logra sobre la base de una gran amplitud de zancada, un elevado tiempo de vuelo en relación al tiempo de apoyo, un nivel elevado de fuerza en el apoyo, y un gran coeficiente de retorno elástico en el complejo miotendinoso. Como no disponemos de los tendones de un canguro, no podremos mantener amplitudes de zancada tan elevadas a velocidades medias. Pero se podría lanzar la hipótesis de que los fondistas con mayores aptitudes elásticas en sus músculos pueden correr a un determinado ritmo con mayor amplitud de zancada. Como ejemplo de ésto último podemos citar el caso de Bekele, que es capaz de correr a ritmos crucero con mayor amplitud y menor frecuencia de zancada que rivales de su misma -o incluso de mayor- estatura, gracias probablemente a estas cualidades elásticas que son visiblemente apreciables en su correr. Los datos de frecuencias y amplitudes en la final de 10.000 de los mundiales de atletismo de 2007 aparecen en esta entrada del citado blog de Steve Magness, donde también se trata de analizar por qué hay corredores cuya economía radica en la mayor frecuencia y en otros en la mayor amplitud de zancada.

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