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miércoles, 15 de febrero de 2017

¿Aterrizar por debajo del centro de masas es una directriz apropiada?

Una directriz muy habitual  acerca de la técnica de carrera es el de aterrizar por debajo del centro de gravedad. Esta directriz adolece de varios inconvenientes, tanto en su forma como en su contenido:

1- ¿Qué es debajo del centro de gravedad? ¿Se refiere a la proyección sobre el suelo de la línea vertical perpendicular al suelo que atraviesa el centro de gravedad? Tomemos como punto de partida que esto es así y vayamos al siguiente inconveniente.

2- Cuando nos referimos a pisar sobre la proyección vertical del centro de gravedad, ¿a qué nos estamos refiriendo con pisar sobre ese punto? Nuestro pie no es un punto, sino un volumen y una superficie. ¿Qué parte del pie debe coincidir con la proyección vertical del centro de masas? ¿El talón, la zona del metatarso, los dedos de los pies?

En mi opinión, cuando se trata de analizar cómo tiene lugar el contacto con el suelo, el concepto a utilizar es el centro de presiones, que es la superficie infinitesimal o punto donde tiene su origen la resultante de las fuerzas que tienen lugar en el contacto del pie con el suelo.

3- Hacer que el centro de presiones coincida con la proyección vertical del centro de gravedad sobre el suelo en el impacto con el suelo, dará lugar a que las fuerzas de frenado sean nulas o prácticamente nulas. Una vez que el centro de gravedad pase inmediatamente a estar por delante del centro de presiones, las fuerzas horizontales proveerán aceleración al corredor. No tiene sentido imprimir aceleración en cada zancada si antes no hemos frenado. Si no hay fuerzas de frenado, aceleraremos en cada fase de contacto. La aceleración positiva e indefinida será en algún momento insostenible. Habrá un momento en que la velocidad será tan elevada que no tendremos tiempo de contrarrestar la rotación hacia delante que tiene lugar en nuestro cuerpo durante la aceleración. Por tanto, acabaremos cayendo de bruces si seguimos la directriz de pisar por debajo del centro de gravedad.

Los que defienden que esta directriz es válida, minimizan los inconvenientes señalados añadiendo que la directriz no se refiere a pisar justamente debajo del centro de gravedad, sino un poco por detrás. Esto todavía da lugar a más inconvenientes, porque si antes al menos sabíamos que el centro de presiones tenía que coincidir con la proyección vertical sobre el suelo del centro de gravedad, ahora no sabemos a qué distancia por detrás del centro de gravedad hemos de pisar. ¿5 centímetros, 10 centímetros, 20, 40? ¿Cuánto es poco?

Entonces siempre hay alguien que nos dice: hay que minimizar la distancia entre el centro de presiones y la proyección vertical sobre el suelo del centro de masas. Cuanto menor sea la distancia, menos frenaremos en cada zancada, con el consiguiente ahorro energético. Este es un argumento que casi todos los que hablan de técnica de carrera suscriben. Sin embargo, como ahora demostraré, es totalmente erróneo, al menos si lo interpretamos en el sentido de que el atleta tiene que minimizar esa distancia cualesquiera que sean sus condiciones físicas, cualquiera que sea la velocidad a la que esté corriendo y cualquiera que sea su grado de fatiga.

Antes de analizar la cuestión, veamos una foto de Sebastian Coe corriendo un relevo de 4X800, a un ritmo en torno a 50-51 segundos los 400 metros (para que entiendan mejor los corredores de ruta, alrededor de 2'05" -2'07" los 1000 metros, entre 7,8 y 80 m/s, es decir, alrededor de 28 km/h, lo que no es un ritmo precisamente lento). Se puede observar que entre la proyección vertical del centro de masas y el centro de presiones hay una distancia considerable, en torno a unos 45 cm.



Minimizar la distancia entre el centro de presiones de la pisada en el momento del impacto y la proyección vertical del centro de gravedad sobre el suelo, supone que tendremos muy poco tiempo para contrarrestar el descenso del centro de masas que tiene lugar en la fase aérea y la subsiguiente elevación del centro de masas para iniciar la subsiguiente fase aérea. Cuanto menor sea ese tiempo, mayor será la fuerza que hemos de aplicar para lograr un determinado impulso que devuelva el centro de masas a la altura alcanzada en la fase de vuelo anterior, ya que el impulso es el sumatorio del producto de las fuerzas por los intervalos de tiempo en que éstas se aplican.

Por tanto, minimizar la distancia referida implica aumentar la fuerza. No hemos de olvidar que la fuerza es un factor limitante. No tenemos una fuerza ilimitada. Tampoco todos los tendones tienen la misma rigidez y la misma tasa de retorno de energía elástica. Por lo tanto, no se puede afirmar como regla general que minimizar la distancia entre nuestro centro de presiones y la proyección vertical sobre el suelo del centro de masas sea algo favorable en cualquier supuesto. Ni siquiera es siempre posible reducir esa distancia. Podemos ir reduciendo esa distancia pero nos encontraremos con una de las dos siguintes circunstancias:

1- No tenemos fuerza para seguir reduciendo esa distancia.
2-Sí que disponemos de la fuerza necesaria para reducir esa distancia, pero ese aumento de la fuerza implica un incremento del gasto energético que no se compensa con el ahorro que deriva de la disminución del impulso de frenado y de posterior aceleración.

Está claro que cuanto más cerca pisemos de la proyección del centro de gravedad menos deceleración y posterior aceleración habrá en el avance del corredor. Esto supone desde cierto punto de vista, el exclusivamente mecánico dejando aparte el metabolismo, un ahorro energético. Ahora bien, para alcanzar determinados niveles de fuerza, se hace necesario incurrir en consumos energéticos elevados -mayor actividad neural con la consiguiente fatiga del sistema nervioso e intervención de fibras de contracción más rápida- que no compensan el ahorro indicado. Sobre todo si los tendones del corredor no poseen una buena capacidad de acumular energía elástica.

Incluso en la carrera de máxima velocidad puede interesar no minimizar esta distancia a cualquier precio. Los velocistas siempre tendrían en sus manos -o en sus piernas- la posibilidad de reducir esa distancia al mínimo mediante una pisada blanda -como la que se realiza en los skipings, tal como si corriéramos descalzos sobre una superficie que pincha nuestros pies y no quisiéramos presionar con fuerza contra el suelo para no dañarnos-. No obstante, esto tiene un grave inconveniente. Si bien minimizando esa distancia, se puede reducir mucho el tiempo de apoyo -cosa fundamental en la carrera de alta velocidad- , ocurre que también se acorta con ello la duración de la fase de vuelo, ya que el tiempo de contacto se ha reducido a costa de un menor impulso. Como la fase de vuelo es aquella fase de zancada en la que llevamos más velocidad, sólo interesa reducir el tiempo de apoyo en una proporción mayor de la que se reduce la duración de la fase aérea.

Dicho de otro modo, el velocista puede minimizar la distancia de apoyo a que nos hemos referido, pero sólo hasta el momento en que la reducción del tiempo de apoyo se iguala a la reducción porcentual del tiempo de vuelo. Cuando se intenta acortar más esa distancia sucederá que la reducción del tiempo de vuelo será mayor que la reducción del tiempo de apoyo y, por consiguiente, perderemos velocidad.

Si ni siquiera en la carrera a máxima velocidad tiene sentido pisar lo más cerca posible de la proyección vertical del centro de masas, menos sentido tiene aún en las carreras de mediofondo y fondo. Sencillamente, pisar demasiado cerca de dicha proyección vertical exige que las fuerzas generadas sean mayores para mantener el impulso vertical que nos lleva a la siguiente fase aérea. Pero generar fuerzas mayores implica hacer uso innecesario de una mayor proporción de fibras de contracción rápida que se fatigarán prematuramente además de agotar antes el glucógeno muscular.

2 comentarios:

  1. Me gustaría hacer un comentario más con aire anecdótico que para rebatir cualquier parte del artículo, ya que biomecánicamente esto está claro y cristalino. Para mí, a nivel didáctico, es muy útil asociar CM = Cadera y dar la consigna en algunas ocasiones de apoyar debajo de la cadera. Cuando estás realizando ejercicios con corredores noveles que coordinativamente tienen problemas, hacen apoyos demasiado amplios en ejercicios y drills a velocidades bajas o muy bajas donde no se busca amplitud, es una instrucción que funciona muy bien. ¡Ah! Y cuando además no tienen en absoluto nociones ni siquiera básicas de biomecánica o entrenamiento, como entrenador es importante "hablar su idioma", aunque estés echando por tierra algunos conceptos.

    A mí no se me ocurriría en una clase a mis infantiles o a mis populares de las mañanas utilizar términos como centro de masas, centro de presiones, vector, momento, etc. Eso me lleva a que en la práctica cometa conscientemente muchas incorrecciones, pero una cosa son las ciencias del deporte y otra el coaching.

    Como entrenador, no estoy absolutamente seguro de estar haciendo lo correcto, pero veo que con ciertas instrucciones mis deportistas mejoran, aunque estas no sean estrictamente científicas.

    Un saludo y gracias de nuevo por tus artículos.

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    1. Estoy de acuerdo. "Pie debajo de la cadera, o deja que el pie caiga relajado debajo de la pelvis" son instrucciones que pueden ser apropiadas cuando un corredor está haciendo todo lo contrario (es decir, cuando busca el apoyo muy adelantado).

      Lo que quería poner de manifiesto en este artículo es que en la carrera nunca (o por ser algo más prudente, casi nunca) se debe maximizar ningún parámetro cinemático, tal como aterrizar con el pie lo más atrás posible. Es cierto que cuanto más rápido se corre más atrás toca el pie en el suelo, pero también ocurre que esto no ocurre deliberadamente, sino como consecuencia de pretender generar impulso en menos tiempo cuando corremos más deprisa.

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