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domingo, 12 de febrero de 2017

La técnica de carrera desde una perspectiva mecánica.

La técnica de carrera se puede analizar desde dos perspectivas: una gestual -o cinemática- y una mecánica. La primera implica que se prestará atención al gesto realizado por el corredor. La segunda presta atención a las fuerzas que se originan en la carrera.

La perspectiva cinemática es la más habitual, quizá por ser más acorde con la definición de técnica. Mientras que la fuerza y las aptitudes metabólicas de un corredor no son visibles, sí lo es la forma en que corre. Por tanto, la técnica se suele considerar el elemento visual del correr, apreciable por el entrenador, mientras que para medir la fuerza o la resistencia hemos de atender a otros medios indirectos, tales como el cronómetro, las plataformas de fuerza y el análisis de fotogramas para determinar el tiempo de vuelo y el de apoyo para establecer un cociente entre el primero y el segundo que será indicativo del nivel de fuerza generado en el apoyo.

El problema de la perspectiva cinemática o gestual es que adopta un método meramente estadístico. Es decir, que según el mismo el entrenador debe promover aquellos gestos que estadísticamente han dado buen resultado a los atletas de mejor nivel en su especialidad. Lo que sucede es que la estadística sólo nos puede decir cómo es, en promedio, aquello que suele funcionar bien, pero no nos dice por qué funciona bien. En la entrada anterior se hacía referencia a atletas que corrían de una forma visiblemente distinta a como solían correr los demás especialistas y que obtenían muy buenos resultados. Especialmente llamativo era el caso de Michael Johnson en 200 y 400 metros y Juantorena en 400 y 800. Ambos estilos de carrera tienen muy poco que ver, en el caso de Johnson por el escaso rango de movimiento y en el caso de Juantorena por lo amplísimo de dicho rango. Ambos corredores tienen un correr que en lo que a ángulos articulares se refiere, se encuentran por debajo  (en el caso de Johnson) y por encima (en el caso de Juantorena) de la media. Un enfoque cinemático de la técnica de carrera no permitiría pronosticar que estos dos corredores obtendrían magníficos resultados en sus pruebas, o bien nos obligaría a decir que su técnica es deficiente solo que la suplían con una potencia muscular descomunal. A mi juicio, ambos corredores aprovechaban de forma casi óptima su anatomía, pero esto no puede ser explicado atendiendo sólo a los aspectos comunes de la zancada de los mejores corredores.

En el lanzamiento de un dado sabemos que un número sale 1 de cada 6 veces y en la ruleta francesa un número sale 1 de 37 veces. ¿Por qué sabemos esto? Si adoptáramos una perspectiva estadística, podríamos responder que porque en 6.000.000 de tiradas cada uno de los números ha salido entre 999.237 veces (el que menos) y 1.000.950 veces (el que más), según cual sea el número escogido, pero que de forma muy aproximada se trata de una probabilidad de 1 a 6. O en el caso de la ruleta porque los distintos números han salido,en 37.000.000 de tiradas entre 999.120 veces (el que menos) y 1.000.986 (el que más), es decir, que todos ellos tendían a salir aproximadamente 1 vez de cada 37. En realidad, la causa de que los números salgan con la frecuencia indicada en el caso del dado es que se trata de un cubo casi perfecto con una masa homogéneamente distribuida. En el caso de la ruleta, que cada una de las casillas tiene prácticamente la misma anchura y sus bordes tengan el mismo material, además de que los números se disponen en una circunferencia perfecta y el eje alrededor del cual rota la misma no está sometido a desviaciones laterales considerables. Si la ruleta estuviera permanentemente inclinada hacia un lado en un ángulo lo bastante amplio, es probable que ciertos números salieran mucho más que otros. Si el material que delimita las casillas fuera de madera en unos números y de metal en otros, es probable que ello diera ventaja a aquellas casillas que menos resistencia ofrecen a que la bola entre en ellas. La causa de que algo ocurra debe determinarse prestando atención a la realidad física del fenómeno observado y no a la distribución estadística de los fenómenos acaecidos. La estadística es una consecuencia de los condicionantes físicos del fenómeno observado, de modo que por sí sola no explica nada.

En el caso de la carrera a pie, promover un gesto que trate de aproximar los ángulos articulares en cada fase de la carrera al promedio de los ángulos medidos en los mejores especialistas, no garantiza en absoluto que estemos sacando el máximo provecho del potencial de un corredor. Sin embargo, este es el método que utiliza Ralph Mann, autor de "Mechanics of sprintig and hurdling", como se pone de manifiesto con la lectura del libro y se aprecia en algún vídeo donde se expone lo esencial de su metodología, que no comparto. Clyde Hart, el entrenador de Michael Johnson, afirmaba que estuvo tentado de corregir la zancada de Johnson, pero que como funcionaba era mejor no tocar nada. ¿Qué hubiera sucedido si hubiera intentado asimilar la técnica de Johnson a la de otros velocistas de estilo más convencional como Frederics? Probablemente hubiera fracasado. También, a mi juicio, habría sido un error obligar a Juantorena a una zancada más convencional, más corta, más inacabada, más similar a la de los mejores cuatrocentistas.

En este blog, desde sus comienzos, se ha postulado que un entrenador debe pensárselo mucho antes de proponer un cambio técnico de su corredor. Ante todo debe analizar cómo es su cuerpo, cómo es la longitud del fémur en relación a la tibia, cómo es la forma de su columna y el ángulo de la pelvis respecto a la zona lumbar, así como determinar la distribución de su masa corporal. Sólo con estos datos se puede decir en determinados casos si el corredor está obteniendo o no provecho e su propia estructura. Esto último es, básicamente, la técnica: sacar el mejor provecho de lo que se tiene y que sea el entrenador el que adapte la forma de correr a la constitución del atleta, y no tratar de adaptar la constitución del atleta al modelo de carrera que el entrenador tiene en mente. Simplemente porque esto último es imposible: la constitución en su mayor parte no se puede modificar y a menudo si modificamos algo tiende a ser a peor, puesto que hemos forzado al cuerpo a adoptar posiciones en la carrera para la que su estructura de origen no era óptima.

Del mismo modo que un entrenador de fútbol con futbolistas mediocres hará bien en potenciar el aspecto físico y defensivo y hará mal en adoptar el mismo enfoque si dispone de futbolistas con gran capacidad de control, regate y pase, en el entrenamiento de la técnica de carrera es el entrenador el que debe individualizar la técnica en función de la estructura del atleta. Casi siempre es más cierto que el órgano hace la función que su inversa, la función hace el órgano. Esta última puede ser cierta, pero de un modo mucho más limitado.

Únicamente el enfoque mecánico basado en el análisis de fuerza permite obtener provecho de las aptitudes de un corredor concreto. No se deben promover cambios técnicos sin antes haberse planteado por qué nuestro atleta corre de la manera que lo hace y en qué sentido esa técnica es la consecuencia de su estructura. Sólo cuando tras un análisis cuidadoso hemos llegado a la conclusión de que cierto aspecto de la técnica de dicho corredor no es una consecuencia inevitable de su estructura, tiene sentido promover un cambio gestual.

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