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martes, 20 de enero de 2015

¿El ejercicio físico es salud?

Hay afirmaciones que se oyen de forma tan reiterada que a menudo terminamos por considerarlas verdades incuestionables. Una de ellas es "el ejercicio es saludable". Pero antes de entrar en el asunto, convendría preguntarse: ¿qué significa saludable? ¿Existen acciones saludables?

En mi opinión la salud hay que tomarla desde una perspectiva negativa. Es decir, existen acciones no saludables. La salud, entendida a su nivel más global, consistiría en eludir en la medida de lo posible las acciones no saludables. Sin embargo no creo que haya, en sí, acciones, conductas o alimentos saludables, aunque sí que hay acciones, conductas y alimentos (o drogas) poco saludables.

Tomemos por ejemplo el ejercicio con incidencia cardiovascular considerable: atletismo, remo, ciclismo, natación. Realizar acciones con incidencia cardiovascular moderada se suele considerar saludable, es decir, que aporta beneficios a nuestro corazón (lo robustece), que contribuye a reducir la presión arterial, regula las tasas de colesterol y triglicéridos, etc. Eso no quiere decir que sin ejercicio de estas características las tasas de colesterol HDL, LDL o TG no puedan estar a niveles aceptables. La alimentación puede incidir en ellas de manera tanto o más sustancial como el ejercicio, de modo que un llamado sedentario puede estar en estos aspectos tan saludable como un deportista.

Tener un corazón fuerte es sano si en reiteradas ocasiones tenemos que someterlo a esfuerzos considerables. Pero para nada es cierto que sea sano tener un corazón fuerte en sí, sea cual sea la actividad que realicemos habitualmente. Tampoco tener una elevada capacidad de absorción y transporte de oxígeno (VO2) es en sí saludable y en determinados casos hasta podría ser contraproducente. De no ser así, parecería bastante lógico pensar que cuando dejáramos de hacer ejercicio, nuestro corazón se mantendría grande y fuerte y nuestros pulmones seguirían teniendo una capacidad elevada de absorber oxígeno. Es probable que haya una razón para que nuestro organismo regrese a los niveles basales cuando se deja de practicar deporte intenso, si no es que nuestro organismo no se autorregula tan bien como creíamos. De modo que si nuestro cuerpo se debilita cuando dejamos de hacer ejercicio o cuando lo sometemos a condiciones de ingravidez, no es que se esté volviendo más insano. Es obvio que el cuerpo se adapta a lo que hay.

Supongo que para un esquiador alpino de descenso que mantiene su dominio técnico más o menos intacto, dejar de hacer ejercicios de fuerza y explosividad debe ser bastante insano. Al primer giro, salto o bache, sus cuádriceps estarían hechos trizas y la caída con el consiguiente daño estaría asegurada.

Pensemos en un alpinista, uno de los más grandes, como es el caso de Reinhold Messner. Su VO2 máx era de 48,8 mlO2/(Kg/min). Muy por debajo del de muchos corredores aficionados mediocres. ¿Qué quiere decir esto? Que para subir por encima de los 8000 metros el VO2 max no es un indicador de éxito. ¿Por qué? Porque el factor limitante no es la capacidad de transporte de oxígeno, sino la capacidad de mantener el corazón alimentado de oxígeno cuando éste es escaso. Y para que el corazón a esas altitudes pueda estar bien alimentado de oxígeno, el cerebro da a los músculos una señal de fatiga para que se activen con menos gasto de energía. Esta señal de fatiga, según algunos investigadores como el fisiólogo Tim Noakes, es tanto mayor cuanto mayor es el riesgo de isquemia cardíaca (ese riesgo aumenta a grandes altitudes). Otro dato llamativo es que los alpinistas no sean excesivamente jóvenes, y dudo que la única razón para ello sea la ganancia en experiencia. (Sirva todo esto como reflexión para cuando Killian Jornet intente subir a toda mecha a altitudes por encima de 7.000 metros con su VO2 máx en torno a 90 ml/(kg min).

A 8000 metros de altitud, los consumos de oxígeno registrados para algunos alpinistas oscilan en torno a 15 ml/(Kg min), cuando hay estudios que afirman que para mantenerse con vida el consumo mínimo debe ser en torno a 7 ml/(Kg min). Es decir que lo máximo que los escaladores suelen alcanzar en torno a los 8.500 metros es sólo el doble de lo que se necesita para mantenerse vivo. En cambio, un corredor de 1500-5000 metros llega a consumo máximo 12 veces mayores que el mínimo vital. (Fuente: "The Lore of Running, de Tim Noakes).

Otro ejemplo que se me ocurre, más controvertido sin duda, viene a cuenta de aquellas declaraciones tan polémicas del médico Eufemiano Fuentes, según las cuales la EPO o las autotransfusiones en deportistas que entrenan a cierto nivel son saludables si entendemos que los efectos secundarios que generan pueden ser más benignos (incluso más reversibles) que los efectos que produciría el sobreentrenamiento entrenando con ese volumen e intensidad sin esas ayudas ergogénicas. Ignoro por completo si los efectos de estas "ayudas" son más perjudiciales que el sobreentrenamiento (que puede producir depresión, daños musculares y cardíacos). Aquí se ve de nuevo lo delicado que es asociar deporte y salud sin tener claro lo que se está queriendo decir.

Una de mis opiniones respecto a lo saludable del deporte intenso radica en que al tener que exigir un alto ritmo metabólico, ralentiza el funcionamiento cerebral para todo aquello que no sea estar atento al ejercicio que estamos realizando, con lo cual permite desconectar y aparcar temporalmente muchas neurosis que los humanos acarreamos. Además los deportistas que entrenan y compiten con intensidad tienden a consumir menos alcohol, drogas y a trasnochar menos, claro está, por exigencias del oficio, no por ética personal. Lo cual no quiere decir que no haya sedentarios que coman, duerman bien y tengan una salud mental excelente.

Todo lo aquí expuesto a debate pone de manifiesto, a mi juicio, que el concepto de salud en relación con la aptitud atlética es más complejo de lo que nos antoja a priori. Pienso que estas cuestiones son interesantes de debatir y que poner en tela de juicio los cliches sobre deporte y salud, es una actitud científicamente más honesta que dejarse llevar por ellos sin cuestionamiento ulterior.

2 comentarios:

  1. hola, interesante reflexión. Y me alegra que los trabajos de Noakes empiecen a aparecer por el panorama de la fisiología del ejercicio en este país. Si bien tú si lo consideras de interés, es una pena que esos trabajos no lleguen mucho a las facultades de ciencias del deporte etc...
    Y pensando en Noakes, matizar que su teoría es que quien manda es el cerebro. Es decir, el cerebro quiere que el corazón se mantenga bien por puro egoísmo, ya que el cerebro pretende preservarse de daños, y la forma es hacer que el corazón siga siendo eficiente. Por eso, si se detecta una intensidad de esfuerzo que según la previsión del cerebro pueda generar catástrofe fisiológica, entonces el cerebro desencadena la señal de fatiga para que no llegue la catástrofe que no es otra cosa que la falta de riego (oxígeno y nutrientes) al cerebro.

    Más en el tema que expones, la cuestión sobre deporte y salud hay que verla de forma integrada con todos los demás factores, alimentación, ritmo de vida, trabajo etc. Ya que como bien haces en otros temas (como en el post de músculos antagónicos) las cosas si se miran aisladas del contexto pueden no tener sentido. Como bien expresas el deporte mirado aisladamente y comparado con otras actividades puede no ser tan diferente. Pero sucede que el deporte, con una alimentación correcta, unos ciclos de sueño buenos etc... permiten evitar patologías (por tanto mantener la salud). si vemos la salud como ausencia de patologías, es decir, de un mal funcionamiento de cualquier sistema, entonces el deporte junto con otros factores es bueno para evitar patologías.
    También es cierto que los beneficios podrían dibujarse en una gráfica con eje X duración *intensidad del ejercicio y en eje Y beneficios para la salud. Entonces llegaríamos a una U invertida, en la que al aumentar la intensidad va aumentando los beneficios hasta un plateau breve, y luego el aumento de intensidad produce un decrecimiento de los beneficios.
    Gracias por tus reflexiones.
    saludos
    Juan R

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  2. Sí, Noakes fue una revelación para mí. Me parece que en las escuelas de entrenadores se sigue optando por una sistematización basado exclusivamente en lo metabólico y el aspecto neural se deja para las carreras de velocidad. Incluso hay estudios curiosos hechos en carreras de medio fondo (sobre todo 1500, pero también 800) donde curiosamente es en la última parte de la carrera donde el consumo de oxígeno desciende. Lo que parece que se va haciendo claro es que el consumo de oxígeno tiene que ver mucho con la acción neuromotora y esto el cerebro (que quiere preservarse y para ello debe preservar el músculo cardíaco) puede hacer disminuir la acción muscular aunque los músculos aún estuvieran en condiciones de rendir más. La prueba es que en los años 50s Bannister (1º en bajar de 4 en la milla) y sus compañeros hicieron entrenamientos interválicos con oxígeno extra. Lo que se constataba es que incluso cuando no estaban consumiendo ese oxígeno en las últimas series, el nivel de rendimiento era mayor y eso probablemente se deba a que el cerebro no sentía ese peligro del que hablábamos y, por tanto, no activaba en modo bajo consumo.

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