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lunes, 12 de enero de 2015

El peligro de extrapolar la teoría evolutiva a distintos ámbitos de la ciencia

La teoría evolutiva, en su formulación más general podría decir algo así como: "Sobreviven las especies con un genoma del cual resultan características fisiológicas y conductas que las hacen aptas para llegar a la edad de reproducción y, en el caso de que sea necesario para la supervivencia de las crías, a la edad donde éstas pueden alimentarse y protegerse sin necesidad de sus progenitores".

La teoría evolutiva tiene un inconveniente. Su obviedad. Nunca se desprendió de esta teoría que sobrevivieran los más fuertes (como algunos creyeron entender) sino los más aptos. De todos modos, ¿cuáles son los más aptos? Respuesta: los que sobreviven. En última instancia, la aptitud para sobrevivir se mide abriendo los ojos y prestando atención a las especies actuales, que son las que están vivas ahora. Cualquier especie que veamos en la actualidad está ahí porque tuvo aptitud de sobrevivir, bien conservando el genoma de hace millones de años, o bien con mutaciones de ciertos genes.

En cierto modo, la teoría evolutiva podría conducir a una perogrullada tal como decir que " las especies que conocemos en la actualidad presentan una aptitud para la supervivencia". ¿En qué se basan para afirmar esta aptitud? ¡En que no se han extinguido hasta el momento!

La gran virtud de la teoría evolutiva fue ante todo que en una civilización donde la figura de Dios revestía mucha importancia, Darwin dio a entender que el hombre era un animal más resultante de una cadena de mutaciones habidas en el pasado. Esto no podía gustar a la Iglesia.

En cuanto a la importancia de la teoría evolutiva en la ciencia actual, fuera de la virtud enunciada en el apartado anterior de que permitió expulsar a Dios de la buena práctica científica, la influencia del evolucionismo a mi juicio es más perniciosa que beneficiosa.

Pongamos un ejemplo: la psicología evolutiva. En algunos casos se llega a afirmar que el hombre es neurótico porque conserva el genoma del hombre del paleolítico, donde la agresividad era una condición necesaria para sobrevivir. Ahora, en un entorno donde la agresividad es reprimida y castigada, ese genoma tiene que ser una carga para el hombre y ha de conducirle inevitablemente a la neurosis. ¿Suena bien, no? Pues todo apunta a que es falso. De hecho, hay estudios que indican que los individuos que dan rienda suelta a su ira tienden a ser más neuróticos que aquellos que no la exteriorizan. De alguna manera, la ira se alimenta a sí misma y genera más ira. Por ejemplo, Albert Ellis, creador de la Terapia Racional Emotivo Cognitiva Conductual (TRECC), uno de los psicólogos más rigurosos que ha habido en su praxis científica, afirmaba que de todos los estudios consultados resultaba que dar rienda suelta a la ira nos hace más propensos a seguir experimentando ira.

Además, hay quien confunde agresividad con ira. Podemos ser agresivos en un momento dado y luego dormir como angelitos o ser cariñosos, como lo son los gatos que vuelve a casa después de haber cazado un pájaro y haberlo escondido en un lugar seguro. La agresividad no es neurosis, la ira sí. Alguien airado está en el estado de activación neuronal que estaba momentos atrás cuando el incidente que desencadenó su agresividad tuvo lugar. Alguien con ira es alguien que ante un acontecimiento que ha puesto su organismo en alerta, sigue en alerta cuando ese acontecimiento ya es cosa del pasado y no supone amenaza.

Otro ejemplo, relacionado con la entrada anterior: la nutrición evolutiva. Incurre en un error de bulto, que es considerar que la comida de la que una especie disponía en su hábitat en la época en que se constituyó su genoma que conserva en la actualidad, era la mejor comida posible para esa especie. ¡Craso error! ¿Por qué había de ser así?

Hace no mucho en el puerto de Barcelona, vi como unos niños hijos de turistas tiraban pan al mar. Bancos de peces subían a la superficie a comer. De repente las gaviotas iban hacia el lugar. Pensé, qué gusto para ellas, nunca van a encontrar tantos peces juntos. ¿Qué hicieron las gaviotas? ¡Se comieron el pan, pero ningún pez acabó en su boca! Rivalizaban con los peces por el pan. Ignoro si el pan para las gaviotas es más pernicioso que los peces del puerto alimentados con pan, residuos de gasóleo y demás porquerías, pero no es lícito afirmar que porque las gaviotas desde sus orígenes han comido peces y eso les ha permitido sobrevivir hasta ahora, los peces son el mejor alimento para ellas. Quizá no. Últimamente se ve en las ciudades gaviotas abatir palomas en pleno vuelo y comerse su carne. Quizá no sea malo para ellas. Habría que analizarlo caso por caso. Además, bastaría con  que la dieta alta en granos de cereal o en carne le permitiera llegar a la edad de reproducirse para decir que es sana para la especie (al menos así sería en términos evolutivos).

Otro problema de los evolucionistas es que no parecen tener en cuenta que una cosa es el individuo y otra es la especie. En una sociedad acomodada, con clase media porcentualmente elevada, con seguridad en las calles y altamente individualista, la supervivencia de la especie preocupa menos que la de cada individuo. Cada individuo se preocupa de su pequeña vida. Y obviamente, lo que es sano para la especie puede no serlo para él. Ese es otro fallo de extrapolar lo evolutivo a la salud de los individuos. A los evolucionistas sólo les interesa la especie, de modo que poco competentes pueden ser para hablar de qué es más saludable para cada individuo.

Las argumentaciones de los paleodietistas o de los cetogenistas, etc, basándose en la teoría evolutiva son -siempre lo he dicho- falaces. Hay que basarse en el hombre de hoy, en los sistemas de medición y análisis de hoy, en la ciencia de hoy. Algunos lo hacen, pero al posicionarse en una perspectiva evolucionista, lo hacen de una manera bastante sesgada. Es decir, que sólo le interesan aquellos estudios que respaldan su hipótesis y se dan buena prisa en publicar sus resultados, mientras que nada dicen de aquellos estudios que contradicen la perspectiva evolucionista.

5 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho esta entrada. Se tiende a ver la Naturaleza como una especie de ente superior y omnisciente que siempre hace lo correcto, la famosa frase "la Naturaleza es sabia" cuando, en mi opinión, no hay nada menos sabio que la Naturaleza, que funciona por simple ensayo y error y no tiene memoria para no repetir los fallos. Esto no es sabiduría.

    Igualmente, la creencia -bastante popular- de que lo natural es bueno por el mero hecho de serlo, también me parece errónea.

    Otra manifestación de este fenómeno son los argumentos evolutivos mal entendidos, del tipo "el hombre está diseñado para...", cuando la realidad es que el hombre no está diseñado, sino que es producto de la evolución. (Cuestiones religiosas al margen, no pretendo un debate filosófico acerca del origen del hombre; en términos prácticos, se puede asumir la Evolución como una realidad). Yo no sé si es mejor correr descalzo o con zapatillas amortiguadas, ni si es preferible la paleodieta o una dieta rica en cereales , pero lo que sí creo es que los argumentos que se aportan muchas veces para defender algunas de estas tendencias no son los correctos.

    Saludos.

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    1. Gracias, Eltitu, por tu comentario. Creo como dices que hay una mala comprensión de la teoría evolutiva. Si como bien afirmas, la naturaleza es sabia, es porque hay muchos más errores que aciertos, con la consecuencia lógica es que los aciertos es lo que queda. Los errores se quedan en el camino. Muchos ven la teoría evolutiva desde una perspectiva ética más que científica y esto nos ha provocado no pocos quebraderos de cabeza durante todo el siglo XX, no sólo en el ámbito político donde las nefastas tentativas eugenésicas han hecho estragos, sino también en el ámbito de la salud, donde los naturistas han dado muchas cosas por buenas sin análisis ulterior.

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  2. Estoy de acuerdo con lo que dices: hay que basarse en los estudios y análisis del hombre de hoy para tomar decisiones adecuadas.
    La evolución es un proceso impersonal, donde lo crucial es el resultado; este contiene la información de lo que ha sucedido, no de lo que debió suceder ni que esto fuera lo mejor que podía acaecer como bien explicas. Añadiría a lo que dices qué el proceso evolutivo no tiene nada que ver ni con la supervivencia de la especie ni con la supervivencia de los individuos, si no de los genes. A la evolución le dan igual los individuos y mucho menos las especies (que ni siquiera es un concepto fijo e inalterable) al igual que a nosotros nos importan un comino los genes; es obvio es que nuestros hijos no son una copia de nosotros mismos y que el hecho de que nos guste hacer el amor es otro resultado más de la evolución.
    Donde veo una posible falacia es en la concepción de que la historia evolutiva imprime en el genoma una huella indeleble que arrastramos indefectiblemente. El asunto no parece tan sencillo, la historia de las lagartijas de las islas de Croacia que expone Dawkins es ilustrativa:
    Dos islas en Croacia: Pod Kopiste y Pod Mrcaru. Una población de lagartija común en el Mediterraneo, Podarcis sícula, que se alimenta principalmente de insectos, en Pod Kopiste pero no el pod Mrcaru. En 1971 unos investigadores liberan cinco parejas de Pod Kopiste en Pod Mrcaru. En 2008 se reevalua que ha pasado con la especie liberada en la nueva isla confirmando por análisis de ADN que eran realmente Podarcis sícula. En ese pequeño lapso de tiempo su alimentación ha pasado de ser en su mayoría insectos a ser en su mayoría vegetales, con los cambios fisiológicos y físicos que diferencian a los herbívoros de los insectivoros (tamaño mayor de cabeza y mandíbulas, desarrollo de válvulas cecales, etc.)
    Según Richard Dawkins: “…lo excepcional de esta historia…es que todo ha ocurrido extremadamente deprisa, en cuestión de unas pocas décadas: evolución delante de nuestros ojos”
    En pocas generaciones la lagartijas sufren cambios dramáticos en su alimentación para adaptarse al entorno; es de suponer que el homo sapiens después de 2000 generaciones también habría podido sufrir ese tipo de cambios.

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    1. Me ha interesado mucho el experimento científico que has expuesto. De todos modos, nunca he visto que el lamarckismo esté completamente superado, sino que es compatible con el darwinismo si se entiende debidamente. Desde luego el lamarckismo pecaba de una visión intencional de las adaptaciones al medio, como si hubiera una inteligencia oculta, cosa que con razón el darwinismo niega. Lo que no estaba descartado es que el genoma pudiera sufrir adaptaciones mucho más rápidas de lo que los genetistas hubieran imaginado hace medio siglo. Que una adaptación sea rápida (en muy poco tiempo como en el experimento que citas) no implica que no sea accidental o ciego. Perfectamente ese accidente podía no haberse dado, de modo que este excepcional experimento no refuta la concepción de la evolución como un proceso impersonal.

      De todos modos me gusta y me falta mucho, muchísimo conocer de ese apasionante tema y siempre recibo con agrado este tipo de aportaciones.

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  3. Estoy bastante de acuerdo contigo pero no del todo. Pienso que la teoría de la evolución pese a ser denominada teoría es inopinable. También es un tema aparentemente simple pero ciertamente complejo (¡cómo la técnica de carrera!). Ahora bien es verdad que la teoría de la evolución no lo explica todo. No explica por ejemplo por qué vuelan los aviones, aunque la invención de los aviones habría sido imposible sin el producto evolutivo de la inteligencia humana (podríamos filosofar mucho sobre esto...).
    En primer lugar los que tienen que sobrevivir para perpetuarse no son las especies si no los individuos de cada especie, es un matiz pero es un matiz importante que hace que tu tercer párrafo no tenga mucho sentido (soy un tiquismiquis, lo sé). En mi línea tiquismiquis cuando hablas de psicología evolutiva creo que sería más correcto el término evolucionista. En todo lo demás estamos de acuerdo. Hay cosas que se pueden intentar razonar (no sé si explicar) desde el evolucionismo y cosas que no. O si no: ¿por qué vuelan los aviones?
    Tobetenis, el caso de las lagartijas no se trata en realidad de verdadera evolución si no de plasticidad fenotípica, unos mismos genes pueden expresar distintos fenotipos. Por ejemplo si yo, que mido 177 cm, hubiera nacido durante un periodo de hambruna, seguramente me habría quedado unos cuantos centímetros más pequeño. Es más, los que han tenido la mala suerte de pasar durante su crecimiento por las penurias de una alimentación deficiente, trasmiten a sus hijos algo de esa pequeña talla (y muchas otras cosas) aunque esos niños estén bien alimentados. En cambio sus nietos con una correcta alimentación desarrollarán el tamaño fenotípico que potencialmente puedan expresar esos "mismos" genes. Sólo hay que fijarse en el tamaño medio de los españoles en el último siglo para entenderlo. La epigenética es una rama de la biología que pretende explicar por qué los organismos vivos expresan unos genes y silencian otros y esto es algo que sucede desde el desarrollo embrionario y más allá.
    Felicidades por tu blog, te sigo. No, te estudio.

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